domingo, 4 de junio de 2017
Todo perfecto y nada malo que reportar
Ese día los dragones permanecieron tranquilamente dormidos en sus cuevas, los dedos de líderes mundiales se mantuvieron alejados de los botones atómicos, las máquinas nos obedecieron a nosotros y no nosotras a ellas, los puertos vieron mareas tranquilas hasta donde alcanzaba su vista, las bocas de los volcanes no expedieron ninguna amenaza, la tierra no se movió más allá de su regular velocidad de mil setecientos kilómetros por hora, los no muertos permanecieron seis pies bajo tierra, los monstruos siguieron confinados al límite de las páginas y pantallas. Era un día perfecto sin nada malo que reportar hasta que su teléfono sonó y tu eras quien llamaba.
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