Esta noche el cosmos entero organiza una orgía. Las constelaciones se unen en corrientes de gravedad, se lamen y acarician. Gigantes nebulosas encierran estrellas moribundas que explotan dentro de su tierno abrazo. Hoyos negros succionan polvos espaciales que habitaran en sus entrañas y soñaran por todos los eones las formaciones rocosas que ya nunca podrán formar. Soles son atraídos unos a los otros por las contracciones que el evento genera en el espacio. Se detienen un instante, dejan que sus manchas se besen entre ellas hasta que por fin se unen en una violenta copulación. Asteroides celosos ven desde lejos a los gigantes de helio unirse. Cambian su trayectoria para chocar directamente a ellos y los soles sienten la caricia de una arena caer sobre su superficie.
Y al centro de todo estás tu, maravillada por el evento que sucede a tu alrededor. Mientras todo pasa tu estás paralizada por un profundo instinto vouyerista que no conocías existía en ti. No parpadeas hasta que la presión de los astros acomodados a tu figura es demasiada. Los sientes estar llegando al clímax, y cuando lo hacen el espacio da un último espasmo. Por un instante te ves absorbida por la nada. Todo resurge gracias a una nueva Gran Explosión y ahí, al centro de todo, estás tú, sola.
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