Hay criaturas que se revelan en la noche. Pacientemente esperan por lo que sea que depare el tiempo entre la caída y la salida del sol. Caminan las calles durante el reino de la penumbra, pero nunca alejándose demasiado de la fuente de luz más cercana. Pues hay cierta parte de ellos que todavía pertenece ahí y que intentan ignorar llenando el tranquilo aire con sus gritos. Consideran esta una manera legítima de reclamar la noche como propia. Tal vez lo sea, o lo será en su debido tiempo.
Existen
otros seres que habitan la noche. Ellos no gritan o caminan y son demasiado
humildes para proclamar cualquier cosa como propia. Se reducen a sentarse y
observar desde los rincones en los que los merodeadores y ruidosos no se
atreven a acercarse. Alguna vez, hace ya muchas lunas, un pensamiento llegó a
sus mentes: “Si no atravesamos la noche, nunca alcanzaremos la mañana” Lo
siguieron como un divino mantra hasta que eventualmente les enseñó la manera de
no moverse en espacio ni tiempo. De vez en cuando cuestionan si fue el camino
correcto a tomar, pero han comprobado que ya es demasiado tarde para
retractarse.
Ambos
grupos saben de la existencia de los otros, pero deciden ignorarse. No por
celos, evasión u orgullo. Las primeras criaturas admiran a las segundas, añorando
llegar a ser un día como ellos. Los segundos seres miran a las primeras con
nostalgia, añorando el día en que fueron como ellos.
Me encanta leerte corazón blanco!
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