jueves, 31 de octubre de 2013

Donde vive el miedo

     Miraba las campanas de la catedral doblar sin ser capaz de poder escucharlas. El grueso cristal de la ventana no permitía ningún sonido entrar. Puso su mano sobre ella, sintiendo el liso frío con su palma. En un desesperado intento empujó con fuerza hacia fuera, pero la ventana estaba fuertemente sellada. Topó su cabeza contra ella, la dejó ahí, con su mirada fija en las campanas que se movían de un lado a otro. Deseó estar ahí, donde la oscuridad no era perpetua, no existían puertas o ventanas selladas y el golpeteo metálico podía opacar el rugir de los monstruos que estaban con él. Los escuchaba moverse impacientemente por los bordes del cuarto. Sus guturales ruidos lo volvían loco. Se esforzaba en soportar los horrendos sonidos. Un olor a humo llegó hasta él. Volteó y vio la punta anaranjada de un cigarrillo encendida iluminar la parcialidad de un rostro femenino.
     -Ven, siéntate conmigo querido.
     Se alzó la voz de la mujer sobre la de las bestias. No hizo caso inmediatamente, pero pronto se encontró bajo el extraño efecto de un poderoso cansancio. Sentarse a descansar empezaba a parecer muy tentativo. Se acercó lentamente a la luz anaranjada. Cuando hizo el primer movimiento los monstruos aceleraron su respiración y dieron pasos, parecidos más tropiezos, a lo largo del borde de la oscuridad. Golpeó su rodilla contra algo, tentó el objeto. Era una cama, la misma sobre la cual la mujer estaba recostada. Se sentó sobre el suave colchón, dando la espalda a la dama. Ella se irguió y empezó a rascar la espalda del hombre con sus largas uñas. El primer contacto dolió, pero conforme se acostumbró al ritmo lo empezó a disfrutar.
- Estás tenso corazón, ¿que te sucede?
Preguntó la mujer.
- Nada
Respondió
- Te conozco, sé que algo no anda bien.
     Se sacudió para quitarse la mano de la mujer de la espalda. Inhaló profundo por su nariz y dejó salir el aire lentamente por su boca.
  - ¿A caso no los escuchas?
  - ¿A quienes?
     Oyó  las bestias acercarse, rodear la cama.
  - A ellos, los monstruos. Están aquí, en el cuarto junto con nosotros, esperando a que nos descuidemos o nos olvidemos de ellos.
-¿Qué harán cuando hagamos eso?
     - No lo sé, no lo quiero averiguar.
     La mujer dejó soltar un soplido de cansancio
     -Cariño, tu sabes que todo eso está en tu cabeza. ¿Porqué habría yo de preocuparme?
      -Porque tu también lo estás.

sábado, 12 de octubre de 2013

Al centro de todo

     Esta noche el cosmos entero organiza una orgía. Las constelaciones se unen en corrientes de gravedad, se lamen y acarician. Gigantes nebulosas encierran estrellas moribundas que explotan dentro de su tierno abrazo. Hoyos negros succionan polvos espaciales que habitaran en sus entrañas y soñaran por todos los eones las formaciones rocosas que ya nunca podrán formar. Soles son atraídos unos a los otros por las contracciones que el evento genera en el espacio. Se detienen un instante, dejan que sus manchas se besen entre ellas hasta que por fin se unen en una violenta copulación. Asteroides celosos ven desde lejos a los gigantes de helio unirse. Cambian su trayectoria para chocar directamente a ellos y los soles sienten la caricia de una arena caer sobre su superficie.
     Y al centro de todo estás tu, maravillada por el evento que sucede a tu alrededor. Mientras todo pasa tu estás paralizada por un profundo instinto vouyerista que no conocías existía en ti. No parpadeas hasta que la presión de los astros acomodados a tu figura es demasiada. Los sientes estar llegando al clímax, y cuando lo hacen el espacio da un último espasmo. Por un instante te ves absorbida por la nada. Todo resurge gracias a una nueva Gran Explosión y ahí, al centro de todo, estás tú, sola.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Del Rechazo Progresivo Del Ego

     Nado sumergido las verdes aguas del pantano creado por los pensamientos de otros. El viscoso líquido entra a mi, invadiéndome, envenenándome, corrompiéndome. Me aferro a resistirme a la nauseabunda enfermedad que su invasión provoca en mi cuerpo. Pronto me encuentro suplicándole a deidades pertenecientes a religiones que no sé si algún día existieron. Imploro por un poco de sanidad que me de fuerzas para seguir. Cada brazada que doy fatiga mi cuerpo y mente. Abro los ojos y veo cadáveres flotando a mi lado. Son mis compañeros de travesía que fallaron en la misma misma misión que hoy llevo a cabo yo. Capto un lejano eco de las voces que alguna vez le pertenecieron a estos cadáveres y todavía no sucumben completamente al pantano. Me llaman, dicen mi nombre, me dan palabras de aliento, me piden que siga, que me esfuerce solo un poco más y que no falta mucho para salir. Sus cuerpos están parcialmente disueltos, poco queda adherido a sus huesos. El horrible líquido los ha desintegrado, líquido que ahora está mezclado con mi sangre y juntos circulan por mis venas. Impulsado por las voces doy un último gran esfuerzo. Alcanzo la orilla, saco mi cara a la superficie, inhalo para respirar lo que pareciera mi primera gran bocanada de aire de mi vida. Mi estómago regresa todo lo que él contenía. Desesperado, busco entre lo que salió el color de las aguas que absorbí, pero mis ojos apenas se están acostumbrando al nivel de luz de este mundo exterior. No logro ver mucho, me provoco el asco para asegurarme de lograr sacar lo más que puedo del pequeño pantano que habitó en mi. Me arrastro hasta sentir que mis piernas tienen suficiente fuerza para sostener mi cuerpo. El primer intento es más que fallido. Lágrimas surgen de mis ojos y caen hasta el suelo mojado. Aún me abruma lo cerca que estuve de desaparecer, hacerme uno con el pantano, dejar de ser yo. Desde la superficie es más fácil distinguir las ideas que forman el pozo. Dan vueltas, intentan salir, separarse. Recuesto boca arriba, apreciando los trozos de cielo que los árboles deja escapar de su celoso agarre. Rio a todo pulmón sin dejar de que las lágrimas se detengan. Empiezo a suponer que esta es la mera imagen de un hombre que ha vuelto a nacer. Pero los hombres no necesitan volver a nacer a menos que lo hagan como otra cosa. Dejo de llorar y reír de golpe ante este pensamiento. No sé que tanto de este nuevo yo está formado por mi y que tanto por las verdes aguas del pantano creado por los pensamientos de nosotros.

miércoles, 1 de mayo de 2013

FW Para Perderle Miedo a los Nombres

     Rocío acababa de sentarse al frente del salón, en su asiento asignado, cuando su teléfono sonó y la maestra le dirigió una fulminante mirada. Se disculpó apenada. Revisó el aparato y vio un mensaje de texto. Era su madre haciéndole saber que encontró a Czar, su gato, muerto. La noticia no le llegó de sorpresa, no porque el animal ya estuviera enfermo o viejo, si no porque nunca se caracterizó por ser muy inteligente. Por esta misma razón Rocío tardó tiempo en generar cariño por él, lo consideraba demasiado tonto como para merecer atención. Lo recibió como regalo en su décimo cumpleaños por parte de un pariente lejano. Ese día, cuando el animal entró a la sala, vistiendo un moño cuidadosamente puesto sobre su cuello, todos los niños hicieron fila para sostenerlo y acariciarlo un rato. Ella no se encontraba en la fila. Nunca le volvió loca la idea de tener una mascota. Desde niña pensaba en el tedio de tener que limpiar los deshechos y alimentar a cualquier mascota, porque su madre no lo iba a hacer por ella, y nunca lo hizo. Tras años de cuidarlo y enmendar los desastres que su descuido provocaba, poco a poco, Czar fue guardándose un espacio en su corazón. Al leer el mensaje no se alteró, ya había hecho molestar suficiente a la maestra. Sin embargo, sintió un gota fría recorrer por toda la espalda. La falta de detalles en el mensaje de texto solo logró ponerla a pensar en las formas más estúpidas en las que el gato pudo haber fallecido.
     Durante el pequeño descanso entre la primera y segunda clase, la repentina muerte de Czar se convirtió en la última de sus preocupaciones. Buscó durante unos minutos su tarea en la mochila hasta recordar que la olvidó sobre la mesa de la cocina, justo al lado del plato que se negó a llevar hasta el fregadero cuando terminó de desayunar. Mientras pensaba en soluciones claras para su problema, una mano le tocó el hombro. Era Roberto, uno de sus compañeros de clase, que se aclaraba la garganta. Ella podía percibir que saludarla lo ponía nervioso, pero esta deducción no estaba basada en la cara del muchacho. Sus gestos permanecían serenos y fríos. Fue el temblor que sintió en su mano cuando le tocó.
- Buenos días, Rocío.- Su voz tampoco delataba los nervios del muchacho - Te quería preguntar si quisieras pasar conmigo el receso.
     Sus intenciones se volvieron claras en ese instante. Ya había percibido cierta actitud extraña de parte de su compañero. En esa invitación se culminó lo que ella sospechaba: Roberto estaba enamorado de ella. Este sumaba el quinto pretendiente del año. Rocío nunca se consideró un espécimen lo suficientemente hermoso para que el sexo opuesto sintiera algún tipo de atracción por ella. La verdad era que su delicadez al hablar y caminar, la confianza por si misma que ella reflejaba con orgullo y su falta de interés por las cosas que a todas las otras niñas de sus edad le prestaban lograban una atracción natural. A demás era bastante bella, aunque ella nunca lo fuera a aceptar. Casi todos los muchachos de su salón hablaban de ella cuando no había otras niñas cerca. Incluso en otras escuelas se empezaba a correr la voz acerca de Rocío, aquella bella chica que rechazó a cinco enamorados, uno tras otro. Roberto no era como los otros muchachos que ella se había obligado a mandarlos a volar. Él era el callado del salón, retirado socialmente, sus participaciones en clase se reducían a exponer datos curiosos que tomaban a todos por sorpresa, incluso a ella. Ninguno de los chismes que las otras niñas contaban hablaban de él. Decir que Roberto era un misterio para el mundo no podía honrar más la verdad.
    Rocío aceptó la invitación. Si tenía que romperle el corazón, no sería frente a todos.
     Durante las dos clases que restaron antes del receso se dedicó a volver a hacer la tarea que olvidó en su casa. Mientras más se enfocaba por terminar, las miradas furtivas de Roberto se volvían cada vez más evidentes. Esto la puso a pensar en la posible magnitud del problema. Probablemente él ya conocía sus bandas favoritas, sus películas favoritas, sus libros y autores favoritos. Seguramente planeaba todo un discurso que incluyera uno o más de aquellos elementos. Esto ya había sucedido en otras ocasiones, en las que sus amigas le regalaban este tipo de información a sus pasados pretendientes. En todos esos casos Rocío tuvo largas pláticas con ellas queriendo hacerlas entender que hacer eso estaba mal. No entendieron la primera vez, ni la segunda, ni ninguna de las siguientes. Simplemente se cansó de corregirlas. Intentaba mantener una actitud serena ante el problema de Roberto. El acoso visual del muchacho representaba un obstáculo, pero lo estaba superando.
     Finalizó el trabajo justo antes de que sonara la alarma anunciando el inicio del receso. Caminó hasta las canchas con la frente en alto. Las amigas con las que se encontraban en el camino le dedicaban una mirada y  una sonrisa algo hipócrita. Con esto Rocío se aseguró de que ellas sabían de Roberto. A lo lejos se divisaban las canchas, y ahí, en medio del campo, estaba el pretendiente, mirando directamente a su dirección. Cuando llegó al punto de reunión, Rocío levantó una mano ante Roberto para hacerle saber que no dijera nada todavía.
- Antes de que hagas cualquier cosa, quiero pedirte un favor. - Roberto la miró con intriga, pero asintió dándole pauta para que ella continuara. - Mira Roberto, Creo tener una idea de que es lo que me quieres decir, o porque me pediste que viniera para acá. El asunto aquí es que quiero ahorarte y ahorarme bastante tiempo, por ello te pido que seas breve. Te propongo que lo que sea que quieras decirme lo digas en solo cinco palabras. ¿Te parece? ¿Listo? Empieza.
     Roberto la miró con atención. Él sonrió un poco y ella no pudo evitar hacerlo también.
- Siento lo de tu gato -
     Los ojos de Rocío se abrieron en lágrimas. Antes de que ella pudiera decir cualquier cosa, Roberto dio media vuelta y se alejó de ella.

jueves, 25 de abril de 2013

You can (not) Review

Este escrito puede revelar detalles importantes de la trama de la película.

Resumiendo todo lo que alguna vez he dicho en mi vida sobre Neon Genesis Evangelion diría que sus personajes e historia me han influenciado tanto como persona, como artista, de una manera que pocas cosas antes lo han hecho.

Cuando me enteré que estaban re haciendo la serie original en formato cinematográfico por medio de una tetralogía mi emoción fue incontenible. Rebuild of Evangelion 1.0, la primera de las cuatro películas lanzadas, es un recuento casi exacto de los primeros seis capítulos de la serie y no representa más allá de una excelente pieza de animación. Rebuild of Evangelion 2.0 es considerada, por mi, una de las mejores películas animadas de nuestro tiempo. Tiene uno de los mejores valores de producción que he visto en el género, la historia presenta un giro nuevo en lo visto en la primera serie de caricaturas, la dirección es impecable y el guión un trabajo muy bien cuidado. Me encantó como fanático de la serie original y como del cine. Por estas razones la anticipación y la emoción que traía a mi poder ver un tercer filme eran gigante. Con toda seguridad puedo decir que Rebuild of Evangelion 3.0 : You can (not) Redo es una experiencia simplemente buena. Hay muchos aspectos dentro de ella que funcionan y otros que no. Aunque la animación es de la mejor que he visto en mucho tiempo, su guión no justifica tener valores de producción tan altos como su antecesora. Primero anotaré los detalles que no funcionan y posteriormente los que sí.

La historia es drásticamente diferente a la de la serie original. Esto representa que el espectador familiarizado con la primera encarnación de Evangelion se vea en la necesidad de apuñalar por la espalda aquel sentimiento de nostalgia que fue completamente satisfecho en Rebuild of Evangelion 2.0. En aquella ocasión había un balance perfecto entre lo nuevo y lo viejo. Aquí, el marco en el que se presenta la historia es completamente diferente. Sin entrar a muchos detalles, la historia de esta película transcurre catorce años después de la segunda película. Aunque el propósito original de esta serie de películas es presentar la historia de Evangelion de manera diferente, siento que en Rebuild of Evangelion 2.0 contenía la dósis perfecta de nuevo contenido sin dejar completamente a un lado la serie original. No creo que era necesario hacer cambios tan enormes.

Los personajes secundarios, tales como Asuka, Misato, Gendou, Mari, etc. son dejados completamente al lado. Al inicio son presentados en un contexto completamente nuevo y hubiera sido interesante verlos interactuar bajo el mismo. Esta opción es deshechada casi de inmediato. La película se enfoca mucho más en hacer que la historia se desarrolle a volverte a presentar a estos personajes. Los únicos dos personajes que tienen el reflector sobre ellos son Shiji y Kaworu. Esto me lleva al primer punto positivo de la película.

Dentro de lo bueno está que el estado emocional del personaje principal es retratado de una manera única. La película nos obliga a ver la perpetua depresión de Shiji y sentirla junto con él. Mientras el se cuestiona diversas preguntas, tu lo haces con él. Al sentir la desesperación de no poder obtener respuesta, sufres con él. Todo esto hasta que conoce a Kaworu.
Es evidente que el filme encuentra su suelo seguro en la interacción entre los dos personajes principales, Shiji y Kaworu. En esta ocasión tenemos mucho más tiempo para conocer a Kaworu y ver como su relación se desarrolla con más detenimiento. Una de las escenas más hermosas de la película los involucra a ellos en una sesión de piano. Considero que este arco, el único que se toma tal por cual de la serie original, fue ejecutado de mejor manera que en otras ocasiones. Aquí es cuando sientes que hay un corazón en esta producción.

Las escenas de espectáculo están bien hechas, sin embargo se puede sentir desorientación por todo lo que sucede en la pantalla.

Como en todas las versiones de Evangelion la trama está llena de acertijos y sutiles señales que demanda suma atención por parte del espectador. La primera ya la he expuesto aquí. Aún quedan muchas preguntas que no tienen aparente respuesta, pero solo falta que las encuentre.

Esto (no) es una Reseña.

En este momento no agregaré nada a lo que ya he publicado en otros medios y solo me enfocaré en escribir unas cuantas letras sobre Rebuild of Evangelion 3.33, la última entrega en la tetralogía de películas que presentan una nueva versión de la historia de la serie original. Mi perspectiva personal sobre lo que es Evangelion la he dado a conocer ya antes.

Rebuild of Evangelion 3.0 toma la decisión de lanzarnos catorce años en el futuro. Ha pasado mucho tiempo desde que los eventos de Rebuild of Evangelion 2.0 sucedieron y Shiji es recien separado del Eva 01 cuando la película inicia. Al igual que el espectador, este evento alza muchas dudas en la mente del protagonista que los otros personajes simplemente se niegan a responder. Shiji se vuelve a sumergir en la completa soledad y desolación de la que había salido a lo largo de la segunda película. Al conocer a Kaworu, lentamente se re acomoda a un estado emocional más estable.
Esto es la película en aspectos muy básicos. El núcleo de la historia de la serie original cuando llega a estas alturas aun está ahí. La manera en que se presenta resulta ser completamente diferente. A partir de este momento empezaré a exponer una serie de datos importantes que contengan información importante del filme. Me es necesario exponerlos para dar mi punto a conocer. Aconsejo que si el lector no lo ha visto deje de leer, siempre y cuando esté dentro de su interés verla. Si no lo está, es más que bienvenido a continuar.

El status quo es cambiado completamente en el transcurso de esos catorce años que hay entre filme y filme. Nerv está desintegrado, lo único que queda de ellos es Gendo Ikari, su asistente y Rei III. Misato y Ritsuko crean una organización cuyo único propósito es enfrentar lo que sea que Nerv se encuentre haciendo. El Eva 01 se convierte en el núcleo de la nave Wunder, que funciona como base de operaciones para esta organización. Asuka y Mari siguen vivas. El mundo entero fue víctima del tercer impacto creado por Shiji durante el final de Rebuild of Evangelion 2.0. Los pilares que representan a Seele están completamente silentes. Shiji sube al nuevo Eva 13 junto con Kaworu para poder restablecer el mundo al estado en el que se encontraba antes del tercer impacto. Desafortunadamente, los planes no se ejecutan de la manera deseada y un cuarto impacto sucede. La gran mayoría del reparto secundario de personajes no se ve por ningún lado.

Todo esto hace que un gran número de preguntas nuevas empiecen a surgir. Por excepción de una muy cálida escena en la cual la mayor parte de la trama principal de la serie original es explicada, todo los eventos de esta película están rodeados de mucho misterio.  La gran parte anclados en la pregunta:
¿Qué fue lo que pasó durante esos catorce años? Muchas veces he expresado que de los factores que más me atrapan de la caricatura original es su estructura narrativa que alienta al espectador a pensar y junta las piezas de un rompe cabezas visual para poder llegar a la trama más profunda. Exactamente de esta misma manera funciona esta película, pero a su propio nivel. Obviamente  durante la serie original se tenía mucho más tiempo para encontrar las delicadas pistas, cuyos ejemplos van desde tomas de la mano del protagonista abriéndose y cerrándose hasta los títulos mismos de cada capítulo, en esta ocasión no tenemos tanto tiempo. Afortunadamente hay un factor del que la comunidad fanática se ha quejado de manera constante: El avance que se mostró al final de Rebuild of Evangelion no tiene ni una sola escena en común con la versión final de Rebuild of Evangelion 2.0. Esto me ha hecho revisar ese avance y volver a ver la película por segunda vez. Cada fotograma del avance y cada diálogo se me ha implantado en mi consciencia hasta el punto de llegar a una conclusión: Lo han usado como mecanismo narrativo, no promocional. El avance es un resumen de lo que sucedió en esos catorce años que no estuvimos ahí con los personajes. Desde mi parecer la idea funciona. El Modus Operandi de las personas que están detrás de la producción encaja perfectamente en ello. En todo caso Evangelion lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a hacerme pensar como ningún producto de entretenimiento lo ha hecho antes y su recompensa es enormemente disfrutable. A quienes ya vieron la película y no han logrado disfrutarla de la manera en se esperaría de una película de Evangelion, los invito a verla de nuevo con esto en mente. Les aseguró que la experiencia será mucho más grata.


domingo, 24 de febrero de 2013

De la degradación de festividades culturalmente ajenas

     Samhain era una festividad de culturas celtas. Su inicio era el treinta y uno de octubre y terminaba el primero de noviembre. Su motivo era el final de la temporada de cosecha. Los celtas interpretaban el final de esta temporada como el momento del año en el que la linea divisora entre su mundo y el de los muertos se hacía más delgada. La costumbre era formar grandes hogueras la noche del treinta y uno, en las que los habitantes de cada aldea asistían vestidos en largas túnicas negras que cubrían todo el cuerpo, y ocultaban sus caras con máscaras de piel animal. El motivo de todo esto era evadir a los pocos muertos que lograban cruzar la linea entre mundos, pues creían que ellos también vestían con túnicas y máscaras, y que esto hacía pasar a los vivos como otro muerto más. 

     Hoy se le conoce a esta festividad como Halloween. 

 Samhain

     Aquí  los misterios gobiernan, las sutiles señales prevalecen en cualquier dirección a la que mires, y los acertijos los hay en cada esquina. Aquí la magia aún no se ha quedado atrás, o perdido en algún lugar que no podemos recordar. No te puedo asegurar que estos eran tiempos más simples, o más felices, pero si más profundos y todo alrededor tenía un significado más poderoso del que aparentaba a simple vista. 
     Fue en este tiempo cuando Derfail era despertado por los fuertes regaños de su madre. 
- Derfail, toma tu máscara y alístate para las fogatas. ¡Vamos tarde!
     Le dijo mientras lo movía de un lado de la cama a otro con sus manos y él se quejaba con gruñidos, y ruidos que ningún vocablo Gaélico o Lungdunés podrían darles significado. 
-Dyfan quiere que estés con él  todo el tiempo.
     Dyfan era su padre, pero también era el líder de su tribu, por lo tanto nadie se podía dirigir hacía él de otra manera que no fuera "Dyfan". Ni siquiera la madre de Derfail le podía decir "esposo", o él llamarle "padre". Esa era la regla que gobernaba, y una que de las que Derfail detestaba menos, pero detestaba a final de cuentas. Haciéndole perfecto honor a su nombre, Derfail no soportaba vivir con tal abrumadora cantidad de mandatos que por el solo hecho de ser hijo de Dyfan tenía que acatar. Los que tenía que cumplir ese día era los que consideraba más absurdos e inútiles. Los veía como un reflejo de fantasías creadas por viejos febriles, ilusos y raquíticos. Cada regla que él rechazaba siempre venía incluida con una advertencia,  ya fuera de su madre, de Dyfan o de los druidas. Aunque testarudo, Derfail no era tonto, pues nunca se atrevió a poner a prueba las consecuencias que romper estas reglas desataban. Con todo y su rebeldía a flor de piel, jamás tentó ninguna consecuencia a caer sobre él. Siempre cumplía con todo lo que le pedían, pero ese día estaba especialmente cansado de todo. Ese día haría las cosas sin pensar en las consecuencias por primera vez.
     Su madre le dejó caer al joven una máscara en su regazo y salió del cuarto mientras le pedía una vez más que se alistara rápido. Él miró detenidamente los agujeros de los ojos de esa cara falsa intentando buscar una señal de vida en ella que nunca se asomó. Ni siquiera al ponerla sobre su cara le daba un sentimiento orgánico. Le hizo pensar lo curioso que era el miedo de los muertos a algo tan poco vivo como ellos mismos.
     Se levantó de su cama, miró a su alrededor en busca de cualquier cosa que fuera a necesitar en el resto del día, asomó su cabeza fuera de su hogar para asegurarse de que su madre no estuviera aún ahí. Inició su caminata en dirección contraría al centro de la aldea, donde las fogatas se empezaban a encender. Recorrió con cuidado el bosque que rodeaba a su aldea, escondiéndose entre los árboles de cualquier cosa que lo quisiera regresar a ese lugar donde los esperaban aburridas obligaciones, cuadradas reglas, ridículos regaños y amenazas.
     Los primeros kilómetros que Derfail recorrió del bosque eran todo lo que se podía esperar de uno. Los árboles eran frondosos, con ninguna hoja que no fuera verde sobre ellos, musgo invadía sus bases. En el suelo crecía césped que mojaba sus pies con el rocío que guardaban.Animales, muchos como para definir cual era cual, emitían sus sonidos casi como orquestados  Sin embargo, mientras el muchacho se adentraba más y más en la atrapante espesura de ese lugar, todo parecía mucho más muerto. Poco a poco veía más ramas secas y quebradas. El suelo pasaba de estar tapizado por césped a estarlo por tierra y hojas caídas de los árboles. Los sonidos de los animales cesaban poco a poco, hasta que no otra cosa más que un silencio total llegaba a sus oídos. Aunque todo esto era más que evidente, el joven celta no le estaba poniendo atención. Sus pensamientos lo tenían demasiado encerrado.Sus caprichos, quejas y pataleos le quitaban toda su atención. Pensaba que aunque ese día había logrado escapar de las cadenas de responsabilidades que siempre tuvieron su vida atrapada, eventualmente volvería a la aldea a atarse de ellas. Incluso era peor pensar que al morir Dyfan, el se convertiría en Dyfan. Cuando eso pasará las reglas aumentarían en severidad y las responsabilidades en cantidad. Para esto solo era cuestión de tiempo el cual también él quisiera encontrar la manera de escapar. Si no hacía algo al respecto su vida pronto se encerraría en una espiral con fondo inalcanzable. Pero, ¿qué podía hacer al respecto?
     Un segundo antes de intentar responderse esto algo cayó en picada frente a él. Se sobresaltó ante la sorpresa que le provocó, recuperó el aliento que le había quitado la misma, cerro un momento los ojos y cuando los abrió miró para abajo, en dirección a sus píes. Ahí vio un ave sobre su costado, inmóvil, con el pico completamente abierto y los ojos negros abiertos. Eran tan negros como la oscuridad de la cueva más profunda que Derfail había explorado. Hasta donde él podía recordad nunca había visto un animal morir. El evento le  llenó el corazón de muchos sentimientos, de los cuales solamente uno sobresalía: miedo. Ahora que el bosque captó su atención, el muchacho giró en el lugar donde estaba parado, viendo con cuidado todo su alrededor. Muerto, todo ahí estaba muerto. Los árboles, los animales, el viento. A pesar de que se rehusaba, no pudo evitar pensar que la linea entre la vida y la muerte de la que tanto le hablaron estaba justamente sobre él. Pánico y Adrenalina corrieron por sus venas en lugar de sangre. Empezó a correr, primero con los ojos abiertos y cuando no soportó el panorama que el bosque de manera macabra le regalaba, los cerró. Iba a cualquier dirección posible, o tal vez en todas las direcciones, nunca estuvo seguro de ello. No fue de importancia a donde corrió, si no a donde llegó.
     Una luz golpeo la cara de Derfail. Su intensidad hizo que apretara más los párpados entre si. Es el sol, salí del bosque, pensó. Con una sonrisa en la boca abrió los ojos pero no encontró ningún sol en el cielo, el firmamento ya estaba completamente oscuro ya.Lo que iluminaba la cara del muchacho era una fogata. Las llamas eran enormes, definitivamente más altas que él y las puntas parecían besar la luna. Alrededor de ella estaban siete hombres vestidos con largas túnicas grises que les cubrían todo el cuerpo. Sus caras eran blancas y arrugadas. La luz de la fogata solo dejaba ver poco de sus misteriosas facciones. Derfail nunca estuvo cómodo entre druidas. Sabiendo que las preguntas y regaños no estaban lejos, se acercó hacía ellos con la cabeza baja para empezar las excusas que justificaran su falta de presencia en los festivales de la aldea, pero nada venía su mente, en parte por culpa de los nervios y en parte por culpa del miedo. Afortunadamente uno de ellos levantó la mano para ordenarle silencio. Aun con los druidas murmurando palabras que él no podía alcanzar a escuchar, su atención se dirigió a la fogata. Algo había en las llamas que le otorgaba el impulso de acercarse y que no era capaz de decidir que. Un murmullo, parecido a los de los druidas pero un poco más potente, parecía venir desde el centro de la hoguera.
     Todos los druidas detuvieron sus rezos de golpe. Uno por uno, lentamente, voltearon a verlo. Juntos, al unisono, hablaron en voz alta y dijeron:
     -Samhain no es broma, ni juego, ni tedio, ni mito, ni idiotez. Samhain eres tu y Samhain somos nostros. Samhain somos todos y nadie encuentra escape. Samhain difumina entre lo vivo y lo muerto. Samhain controla la vida y la muerte. Samhain te controla, vivo o muerto. Si nuestras palabras no te enseñan, Samhain por si mismo te enseñará.
     Al terminar de hablar, los druidas quedaron estáticos en su lugar. Pusieron sus brazos rígidos a los costados, enderezaron la espalda, cerraron los ojos. Su respiración se fue haciendo más lenta conforme pasaban los segundos. En un parpadeo más ya no había druidas ahí, si no piedras, monolitos de la misma altura que tenían ellos. La fogata ya no era más allá que un monte de cenizas y un poco de humor sobre el mismo. Caminó por entre las piedras en dirección a los restos de la hoguera. Cuando llegó, miró fijamente las cenizas. Un extraño brillo captó su atención. Se agachó, tomó una rama del suelo y revolvió las cenizas buscando que causó ese curioso destello. Era una piedra más, tan pequeña como para caber en su mano y cerrarla alrededor de ella. Era verde como los ojos de su madre. La luz de la luna le daba un peculiar brillo. Estiró la mano para tocar. Al poner el primer dedo sobre ella, algo lo golpeó en la cabeza. En un instante todo el mundo se transformó en una luz tan verde como la piedra. Pasaron unos segundos para que todo volviera a tomar forma, y cuando Derfail descifró la que tomó deseó con todo su corazón que la luz verde regresara a apoderarse de todo otra vez.
     Cientos de ojos veían atentamente como estaba tirado en el suelo, desorientado. Cientos de bocas se abrían y cerraban, pero él no escuchaba ninguna palabra salir de ellas. Todo lo que sus oídos captaban era un constante zumbido. Tocó su cuerpo para asegurarse que todo estuviera en su lugar. Lo estaba. Cuando pasó las manos por su cara el resultado no fue el mismo. La máscara que su madre le había dado en la mañana, la misma que no había traído cuando partió de la aldea estaba sobre su cara. Intentó quitársela y por más fuerte que jaló el pedazo de piel no cedía. De alguna manera u otra la máscara estaba unida a él, como una segunda cara. Mientras sus sentidos se iban recuperado, docenas de manos lo tomaron por la espalda y lo ayudaron a levantarse del suelo. Sus ojos empezaron a percibir luces que el bosque alrededor de su aldea no era capaz de regalar por si mismo. Una de ellas golpeo a alguien de los que lo habían ayudado a levantarse, luego sobre otra y luego sobre otra más. Monstruos. Todos y cada uno de ellos eran aberraciones que los sueños más macabros de Derfail no eran dignos de comparación. Todos ellos le hablaban, lo tocaban, lo llamaban. Intentado alejarse de ellos, huyó, acertando múltiples golpes con sus codos a esas criaturas mientras lo hacía. Se detuvo ante una pared de enormes piedras negras y cuadradas. De ellas, el joven pudo escuchar como emanaba ruido. Grotesco y ensordecedor ruido. Gritos altos, espantosos, que nunca había escuchado. Eran las vociferantes expresiones de la muerte, a la que las personas a su alrededor le otorgaban manos, ojos y bocas. Todo era muerte en ese lugar. Eran las historias que le habían contado su madre, los druidas y Dyfan. Eran las consecuencias que nunca había tenido el valor de tentar. Samhain lo había traído al otro lado de la línea. 







viernes, 25 de enero de 2013

Yo, escritor.

     La pluma pulsaba y latía en la mano del joven escribano. Con sus ojos recorría el pergamino de borde a borde. Intentaba escribir con ellos antes de hacerlo con la pluma. No era igual de efectivo, pero ayudaba a calamar los nervios que ejercían las miradas de los cuatro jueces. Ellos, siendo seres con mucha más antigüedad que la que cualquier humano pudiera contar, no miraban con ojos. Su manera de ver provenía por otros métodos que el escritor aun no definía bien. Lo único que las capuchas que usaban estos jueces dejaban a la vista era la clara falta de estos ojos, todo lo otro estaba perfectamente escondido tras de ellas. 
  
     El momento de empezar no estaba lejos. Apretó la pluma fuerte con su mano. Los latidos se hacían más potentes, como si estuviera rechazando el agarre del joven. Escribir con una pluma que se rechaza a hacerlo no es nada cómodo, menos bajo la situación en la que se encontraba. Él era el concursante final de diez que iniciaron juntos en esta secreta tradición. Las reglas siempre han sido claras para todos los escritores que han participado a través de los milenios: Todos escriben, los jueces leen, si el resultado era de su parecer el escritor vive, si no el escritor muere. Incluso para él, el último de los diez, estas reglas aplicaban en su totalidad. Si su historia era lo suficientemente buena, sobrevivía y regalaría más de estas al mundo hasta que los jueces decidieran que era tiempo de seleccionar a otros diez o hasta la natural muerte del joven. Si su último trabajo no los satisfacía, él moría. A estos seres no les importaba dejar al mundo sin historias durante un tiempo. Para ellos era lo mejor o nada. Siempre lo mejor o nada. 

     Se puso a pensar que era bueno a modo de intento para calmar sus alocados nervios. Se repitió en la cabeza que era el mejor, de los mejores en el universo entero. Ser el último concursante lo debía justificar de alguna manera, pero tras esos pensamientos en su cabeza, él sabía que no era así. No llevaba mucho tiempo escribiendo, la práctica era escasa, la teoría nula. Los inicios de sus cuentos tardaban en aparecer, sus personajes nunca tuvieron más de una dimensión, sus finales carecían de cualquier impacto para el lector. No entendía porque merecía estar ahí, tal vez nadie nunca lo haría, excepto los jueces, pero ellos no le dirían. Dejarían que él lo dijera todo en esa última historia.

     El primer juez a su izquierda levantó la mano. El escritor imaginó un mundo sin historias. El siguiente juez levantó la mano. La pluma latía con fuerza. Otra mano se levantó. El escritor imaginó un mundo donde todas las historias eran de él. La última mano del último juez se levantó. Un sereno "Érase una vez" se escribió en el pergamino con una pluma que latía y tinta roja, tan roja como la sangre de otros nueve jóvenes escritores. 
 

Historias, motivos y razones.

     Tavula Raza es latín para hoja en blanco.

     La historia de este blog empieza cuando su autor contaba con escasos catorce años. A esta edad, ciertos autores, personajes, películas y libros llegaron a él. La maravilla lo inundaba en niveles que jamás experimentó. Sintió y aprendió tanto de todos ellos. Detrás de todas las enseñanzas que obtenía por cada uno por separado, había una mayor. En conjunto le hicieron comprender la importancia de las historias. Poco a poco identificó los efectos que podían tener  en las personas. Tantos sentimientos encapsulados esperando a liberarse a través de quien quiera que leyera, escuchara o viera un cuento, un libro o una película. Lentamente concluyó que es un compromiso, una deuda hacía las otras personas. Contar historias se convirtió en algo con lo que este autor estaba comprometido a hacer. Entonces, una de las cosas más importantes en su vida sucedió. Tomó un lápiz, una hoja de papel en blanco y un tímido "érase una vez" se forjó sobre esa hoja, con ese lápiz.
 
     El autor ha escrito desde entonces. Sin embargo, poco hizo para poder saldar su deuda como escritor, pues se encerró en el pensamiento en el que muchos se encierran. Él creía que sus historias eran solamente para él, que ninguna otra persona tenía derecho a leerlas u opinar acerca dellas. Muchos años escribió para él mismo, celando su trabajo de toda la humanidad. 

    De aquí saltamos a unos seis meses atrás a este presente. El autor conoció a una persona, quien deberá perdonar el echo de que no recuerda su nombre, y platicó gran parte de una noche con ella. Como una bofetada al despertar, le hizo recordar a el autor su deber y compromiso, contar historias. Sus palabras hicieron que olvidara el egoísmo proteccionista que el joven escritor formó alrededor de sus obras. En gran parte este Blog va dedicado a ella.
Pero también a ustedes, con quienes vengo a cumplir mi deber, y saldar cuentas eternas.